jueves, 20 de marzo de 2014

La niña que pudo cumplir su sueño

Asia era una niña que no tenía padre porque falleció en un accidente cuando ella era pequeña. Asia vivía con su madre, sus dos hermanos y su abuela.
La madre no tenía trabajo y la abuela no tenía mucho dinero. Eran una familia un poco pobre. Asia tenía un sueño: aprender a tocar el piano, ser pianista. Todos los días le decía a su madre que la apuntara para aprender, pero su madre siempre le decía que no. Asia se callaba y se iba. Un día le preguntó que por qué y su madre le dijo:
     -Hija, yo no tengo tanto dinero, tengo que alimentarte a ti y a tus hermanos. Ve a poner la mesa.
Asia, muy decepcionada, fue a poner la mesa y mientras la ponía habló con su abuela y le dijo:
     -Abuela , cuando tú eras pequeña, ¿cuál era tu sueño?
     -Mi sueño también era ser pianista.
     -¿Y qué pasó?
     -Yo estuve dando unas clases y aprendí un poco, aquella persona murió y desde entonces mi suelo de ser pianista cambió. Hace mucho que no toco.
     -Entonces, ¿debo olvidar mi sueño de ser pianista?
     -¡No!, eso nunca, tienes que tener muchas esperanzas y pensar que tu sueño algún día se cumplirá. Eres muy pequeña todavía.
     -Vale, muchas gracias abuela.
     -Venga vamos a comer.
Estaban hablando del tema mientras comían, Asia siempre hablaba de eso.
Al día siguiente Asia estaba con sus amigas y le preguntó a todas que cuál era su sueño. Cuando ella dijo el suyo, una amiga le dijo que ella tenía un piano y que se lo podría prestar. Asia le dijo que por favor se lo dejara y al día siguiente el piano estaba en su casa.
Su abuela le dijo que qué bonito era. Asia, muy contenta, estuvo un buen rato tocando las teclas pero su madre le relató y le dijo que dejara el piano. Entonces, se fue a su habitación porque era de noche.
A la mañana siguiente, nada más que despertó, fue corriendo a tocar el piano. El sonido era muy fuerte y molesto y su abuela se despertó:
     -Asia ¿qué haces ya despierta? Es temprano.
     -Abuela, es que nada más despertarme, tenía que tocarlo, porque todavía no me creo que lo tenga.
     -Ya lo sé, pero como alguno de tus hermanos se despierte, tu madre te relatará.
     -¡Jo! Pero yo quiero estar aquí, tocando. A lo mejor así aprendo.
     -Así es imposible que aprendas. A ver ¿me dejas sentarme?
La abuela se sentó y empezó a tocar pero que va, ya no se acordaba.
Le vino a la cabeza su profesor, su infancia, sus primeras clases y se acordó de todo aquello. La abuela había sido de pequeña igual que Asia. Entonces pulsó varias teclas hasta conseguir tocar una preciosa canción.
Asia no se creía lo que estaba viendo y escuchando, pero era la realidad. Se puso muy contenta al ver a su abuela tocar el piano y sonreir.
En la puerta estaban asomados los dos hermanos, Asia los vio, entraron despacio y se sentaron con su hermana.
La abuela seguía tocando pero de repente la madre se despertó. Fue corriendo a la habitación para ver lo que pasaba. Cuando llegó vio a los hijos sentados escuchando cómo su abuela tocaba. Todos los del barrio se asomaron a la puerta al escuchar esa antigua canción que a todos les sonaba. Todos muy felices montaron una pequeña fiesta a las nueve de la mañana. Cuando la abuela terminó, todo el mundo se fue a su casa. Asia, muy entusiasmada, sonrió y dijo:
     -¡Abuela, por favor, enseñame a tocar el piano, sería mi sueño hecho realidad!
     -Pero... bueno... yo no voy a saber darte clases y...
     -¿Y... qué? ¿qué pasa? Con que me enseñes las notas me sobrará y la canción esa tan bonita. Por favor, abuela.
La abuela la miró a los ojos y le dijo:
     -Está bien, te enseñaré algunas cosillas de las que me acuerde, pero recuerda que yo ya estoy muy vieja y que no te enseñaré lo mismo que un profesional...
Asia fue corriendo hacia sus brazos, la abrazó muy fuerte y le dijo:
     -¡Muchas gracias abuela!
A partir de ese día, la abuela le daba clases todos los días de la semana, Asia ya era casi una artista tocando el piano, salía a la puerta de su casa con el piano y tocaba. Algunas personas le daban dinero y le servía para alimentar a su familia. Su madre y su abuela estaban muy contentas con ella.
Pasaron los años y Asia se hizo mayor, seguía con su piano, tocaba en grandes teatros y ganaba un dinero muy bueno para la familia. Su madre encontró trabajo y su abuela daba clases de piano y se hizo famosa en el pueblo.
Una noche Asia se iba a dormir y su abuela la acompañó. Asia le dijo:
     -¿Ves abuela? Los sueños se cumplen y como tu me decías, siempre hay que tener esperanzas.

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